
¿Rechazó Dios a su pueblo?
En los conocidos capítulos 9 al 11 de la carta a los Romanos, Pablo defiende a su pueblo hebreo y luego, en el capítulo 11:1, hace una pregunta retórica: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?”.
Niega rotundamente esta posibilidad, porque Dios siempre lleva a cabo Sus planes. Sin embargo, la ceguera de Israel, que culmina en el rechazo del Mesías y Salvador enviado por Dios, causa una grande y profunda tristeza en el corazón de Pablo. Le toca tan de cerca que hasta está dispuesto a sufrir la maldición de la separación de Cristo en lugar de su pueblo. Sabe, por supuesto, que esta disposición solamente puede ser hipotética, como en el caso de Moisés que pedía que Dios le rechazara a él en lugar de su pueblo, luego del escandaloso suceso con el becerro de oro.
En Romanos 9:4-5, Pablo enumera los privilegios que Dios les ha dado a los israelitas, pero que trágicamente no les ayudaron a alcanzar la justicia de Dios. “¿Por qué?”, pregunta Pablo en el versículo 32.
En su respuesta, cita Isaías 28:16, cuando escribe: “Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: he aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado” (Ro. 9:32-33).
La profunda tristeza de Pablo proviene del saber que su pueblo ha errado su verdadero y supremo llamado, su vocación. El único consuelo que le queda es la seguridad de que Dios no ha rechazado a Su pueblo y que aún queda en Israel un remanente que cree.
“Así también aún en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Ro. 11:5). Pablo habla aquí de su propia época. Pero también en todos los siglos posteriores hasta nuestro tiempo ha existido un remanente creyente entre los judíos.
Luego Pablo usa la imagen del buen olivo en el cual son injertadas las ramas silvestres. Se ha discutido mucho acerca de quién es el buen olivo mencionado por Pablo. ¿Es Israel? Según mi opinión, esta imagen describe la posición privilegiada de Israel ante Dios descrita en Romanos 9:4-5. Por la fe en Jesús nosotros, provenientes de las naciones, hemos sido hechos partícipes de esta posición privilegiada. Pablo dice del versículo 25 hasta el 27:
“Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. También Isaías clama tocante a Israel: si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo”.
Acerca de la pregunta sobre quién es el “remanente”, hay diferentes opiniones. Para poder contestar esta pregunta debemos revisar la Escritura y lo que Pablo dice al respecto. El apóstol escribe acerca de un misterio en Romanos 11:25. Explica que el endurecimiento de Israel llegará a su fin, y esto cuando la plenitud de los gentiles haya entrado; en otras palabras, cuando haya sucedido el arrebatamiento. Gracias a los acontecimientos que ocurrirán luego, un remanente de Israel será preparado, guardado y salvado por Dios.
En los versículos 17 al 25 de Romanos 11, Pablo advierte a los que han sido injertados en el buen olivo por la fe que se mantengan humildes: “Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará” (v. 21).
Actualmente, hay en el mundo cristiano un proceso de endurecimiento y de apostasía de la fe. La advertencia de Pablo probablemente nunca haya sido más actual que en nuestro tiempo. En la cristiandad de nuestra época, observamos cada vez con más claridad que solamente un remanente permanece fiel al Señor.
La apostasía en el mundo cristiano es otra clara señal de que pronto llegará la plenitud de las naciones. ¡Que la advertencia de Pablo sea para nosotros un incentivo a seguir fielmente al Señor hasta que venga!