
¿Quién retiene al Anticristo?
Permitimos que diferentes cristianos fieles a la Biblia se pronuncien sobre diversos asuntos que en parte son controvertidos. “Como hierro con hierro se aguza, así un hermano aguzará a otro” (Prov. 27:17), para que los creyentes unidos “crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Ef. 4:15).
¿Quién retiene al Anticristo?
La identidad de aquel que retiene al Anticristo ha sido tema de discusión durante toda la historia eclesiástica. En 2 Tesalonicenses 2:7-8 leemos: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo”. De modo que el Anticristo recién puede ser revelado cuando aquel que lo detiene sea quitado de su camino.
El Anticristo es el “hombre de pecado” (2 Ts. 2:3). Él personificará el pecado y lo propiciará de una manera nunca antes vista. Todo en él estará arraigado en el pecado. Él será el hombre de pecado por excelencia. El pecado será el resultado natural de su carácter pecaminoso.
La pregunta es: ¿quién o qué puede detener al Anticristo?
Gobierno humano
Según una opinión, es el gobierno humano en general el que detiene al Anticristo. El teólogo Paul Feinberg explica la idea detrás de esto: “La detención a través del dominio de la ley (por medio del gobierno) se encuentra en contraste con el pecado y el misterio de la iniquidad”. En otras palabras, en la actualidad la iniquidad es detenida por medio de la imposición de la ley por el gobierno. Pero un día, el Anticristo quitará de en medio al gobierno humano para poder desempeñar su voluntad anárquica en el mundo.
El mejor argumento para esta opinión proviene de la pluma del erudito en profecía, Arnold G. Fruchtenbaum en su excelente libro The Footsteps of the Messiah (Las huellas del Mesías): “La tarea de detener el mal le fue dada al gobierno humano bajo el pacto de Noé en Génesis 9:1-17, y Pablo repitió esta verdad básica doctrinal en Romanos 13:1-7. Por un lado, el gobierno humano ahora detiene a la anarquía; por el otro, el gobierno del último de los tres reyes detendrá al Anticristo, al inicuo, hasta la mitad del tiempo de la tribulación.
Fruchtenbaum se refiere a Daniel 7:7-8, donde habla del ascenso del Anticristo. Daniel describe allí el Imperio Romano. Roma ya existía en la antigüedad, pero se desintegró en el siglo V después de Cristo. No obstante, volverá a levantarse en el final de los tiempos y, aparentemente, consistirá de diez naciones que serán gobernadas por diez reyes (diez cuernos). Un decimoprimero cuerno pequeño (el Anticristo) tiene un comienzo insignificante, pero entonces se vuelve cada vez más poderoso y arranca a tres de los cuernos (reyes) existentes, que aparentemente se oponen a su ascenso. Finalmente, llega al poder y dominio absolutos sobre el Imperio Romano reconstituido.
Ante este trasfondo dice Fruchtenbaum: “Recién cuando el último de los tres reyes haya sido eliminado (lo que llevará a un sometimiento total de los otros siete reyes) el Anticristo estará en condiciones de ejercer su dictadura sobre el mundo entero. … Por lo tanto, el último que detendrá al Anticristo, será el último de los tres reyes y el gobierno por él representado”.
El Espíritu Santo
La opinión más convincente para mí es que el Espíritu Santo que mora en la iglesia es quien lo detiene. Esta posición era representada por muchos en la iglesia temprana, incluyendo a Teodoreto de Ciro, Teodoro de Antioquía y Crisóstomo.
Solo Dios, el Espíritu Santo, tiene el poder suficiente para detener a una persona que es impulsada por el espíritu impío del diablo. El expositor de la Biblia, Thomas Constable, lo expresa así: “El Espíritu Santo de Dios es la única persona con el poder (sobrenatural) suficiente para detenerlo. (…) La partida en el arrebatamiento, de aquel que lo detiene obviamente tiene que preceder al día del Señor”.
El Comentario Popular de Profecía Bíblica presenta algunos puntos gramaticales importantes acerca de 2 Tesalonicenses 2:6-7, que identifican al Espíritu Santo como aquel que detiene al Anticristo: “La palabra ‘detiene’ (gr. katecho, ‘detener’) en los versículos 6 y 7 es un participio presente en activo, el cual en el versículo 6 es neutro (‘lo que detiene’) y en el versículo 7 es masculino (‘él que detiene’). Un uso de este tipo también aparece en conexión con el Espíritu de Dios. La palabra griega para “espíritu” (pneuma) es neutra, pero se utiliza el pronombre masculino cuando se refiere a la persona del Espíritu Santo”.
La palabra “detiene” incluye la idea de “detener de actuar, mantener bajo control, quitar libertad física como al encadenar”. Eso es lo que hace el Espíritu Santo hoy al evitar el ascenso del Anticristo.
Mark Hitchcock anota: “La Escritura habla de que el Espíritu Santo detiene el pecado y el mal en el mundo (ver Gn. 6:3) y en el corazón de los creyentes (vea Gá. 5:16-17)”. También Mal Couch nos dice: “A través de la providencia divina y de acuerdo a todos los puntos de referencia de las Escrituras, el Espíritu Santo detiene el pecado y lucha contra él (Gn. 6:3). En esta era, el Espíritu Santo está presente en el mundo de manera especial al morar en los creyentes”. Pero una vez que esta obra especial del Espíritu Santo haya sido quitada, será revelado el Anticristo.
En conformidad con esta interpretación 1 Juan 4:4 nos dice: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. “El que está en” los cristianos es el Espíritu Santo. “El que está en el mundo” es el diablo. Eso significa que el Espíritu Santo es más grande que el diablo. El Anticristo es impulsado por el diablo, de modo que solamente el Espíritu Santo lo puede detener.
Quitado de en medio durante el Arrebatamiento
Si el Espíritu Santo es realmente el que detiene, y es necesario que Él sea quitado de en medio antes de presentarse el Anticristo, entonces este es un argumento fuerte a favor de un arrebatamiento anterior a la tribulación (vea 1 Co. 15:50-52; 1 Ts. 1:10; 4:13-17; 5:9). Cuando el Anticristo entre en alianza con Israel comienza el tiempo de la tribulación de siete años (Dn. 9:26-27); por esta razón, el arrebatamiento de la Iglesia tiene que ocurrir antes de esta firma de contrato. En algún momento anterior a esto, el Espíritu Santo (que mora en la Iglesia) será quitado durante el arrebatamiento, de modo que el Anticristo pueda manifestarse.
El trasfondo teológico indica que el Espíritu Santo mora en los cristianos y en la Iglesia (1 Co. 3:16; 6:19; 12:13; vea también 1 Jn. 3:24). Esto significa que cuando la Iglesia sea quitada de la Tierra durante el Arrebatamiento, el Espíritu Santo se va con ella. Una vez que el poder de retención del Espíritu Santo haya desaparecido, el Anticristo impulsado por el diablo puede tomar el poder durante la tribulación.
Esto contribuye a la explicación de la apostasía masiva de la fe (de la verdad), que ocurrirá en la primera mitad de la tribulación. Durante el arrebatamiento, el Espíritu Santo –el Espíritu de la verdad (Jn 14:17; 16:13) – será quitado de la Tierra, lo que hará posible la rápida presentación de la falsedad (o de la apostasía).
“El obrar poderoso del Espíritu Santo a través de la Iglesia terminará. Mientras esto no ocurra, el diablo no puede llevar a cabo sus planes. …Después del arrebatamiento de la Iglesia, el Espíritu Santo continuará Su obra, llevando personas a la salvación, pero él ya no seguirá bautizándolos para entrar en el cuerpo de Cristo, la Iglesia, ni impedirá activamente que el diablo realice sus planes” (John Phillips).
RON RHODES