
Permanecer en el centro del camino
Quien haya leído el libro de John Bunyan, El progreso del peregrino, conoce la siguiente historia:
Cristiano, el peregrino convertido, está en camino a un albergue, cuando vienen a su encuentro dos personas: Desconfianza y Temeroso. Le cuentan que vuelven de la senda que se dirige al refugio, pues han visto leones en la entrada. Cristiano sigue adelante, pero al llegar, ve a las fieras y decide volverse. En ese momento, el portero del albergue le grita: «¿Por qué eres tan cobarde? ¡No tengas temor de los leones, pues están encadenados y colocados allí para probar tu fe! Quédate en el medio de la senda y no sufrirás ningún daño». Cristiano sigue el consejo y llega sano y salvo a su destino.
Esta historia me hace pensar en 1 de Juan 5:18: «Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca».
¿Con qué objetivo publicamos la revista mensual Llamada de Medianoche? La respuesta podría ser la siguiente: ¡queremos animar al pueblo de Dios a mantenerse «en el camino», siendo Jesús mismo el camino y el centro de nuestras vidas! Nuestro deseo es que tanto nosotros como nuestros lectores tengamos vidas cristocéntricas. Por esta razón, queremos hacer, como editorial cristiana, una contribución equilibrada que considere todo el consejo de Dios.
El apóstol Pedro nos advierte: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 P. 5:8). ¿Qué estrategia utiliza el enemigo contra nosotros y cómo podemos protegernos del león rugiente? Algunos de los nombres que la Biblia le asigna nos ayudan a encontrar una respuesta. Leemos en Apocalipsis 12:9: «Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás […]».
El libro de Apocalipsis usa la imagen de un enfurecido dragón escarlata para describir a nuestro adversario. Como dice Pedro, es como un «león rugiente» que «anda alrededor buscando a quien devorar». Una fiera enfurecida en la caza, siempre atacará a la víctima más débil o cercana. Es en nuestras debilidades donde somos especialmente vulnerables a los ataques del dragón. El diablo está al acecho. La manera de protegernos es estar alertas.
Nuestro adversario es también la serpiente antigua, que inyecta su veneno con un efecto lento, pero progresivo. El que osa acercarse a la serpiente (otro símbolo del pecado), es mordido y envenenado. Pequeños pecados iniciales pueden ir ocupando más espacio en nuestra vida, y tan solo una probada, puede terminar en una adicción. La manera de protegemos es evitar toda tentación y pecado.
La palabra diablo (en griego, diabolos) significa «acusador», «calumniador». El diablo pretende acusarnos, tanto a través de los no creyentes, como por medio de los hermanos en la fe, o incluso mediante nuestra propia alma, haciendo que nos acusemos nosotros mismos. La manera de protegemos es refugiarnos en Jesús y Su obra perfecta. Sin embargo, diabolos significa también «trastornador», por lo que su misión es calumniar la Palabra de Dios, trastornarla y cambiar sus conceptos: diciendo malo a lo que es bueno y bueno a lo que es malo. La manera de protegernos es estar firmes en la lectura de la Palabra de Dios.
Satanás significa «adversario» o «enemigo». Se opone a la verdad y a todo lo divino. Es por eso que lucha contra Israel, contra la Iglesia, contra el cristiano y contra la Biblia. Además, lucha contra el mensaje profético de la Biblia, con el fin de que lo perdamos de vista. La manera de protegernos es dejando que el Espíritu Santo gobierne en nosotros.
En síntesis, nos protegemos permaneciendo en el camino, es decir: en el medio de este, en Cristo, en el Espíritu Santo y en la Palabra de Dios. El diablo no puede devorar a una vida con Cristo en su centro.