“Lo que parecía una pérdida se convirtió en ganancia”
Estoy seguro de que a todos nos ha pasado:
Estamos planeando una actividad, tal vez un viaje o una celebración. Hemos estado pensando hasta en el último detalle; todo está organizado; oramos específicamente por ello… ¡y luego las cosas salen de manera diferente de lo que pensábamos!
Sin embargo, después de que todo ya pasó, muchas veces nos damos cuenta de que, en realidad, las cosas salieron muy bien, aunque no como nos las habíamos imaginado. Se nos confirma la verdad de Proverbios 16:9: “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos”.
Después de haber pasado ya demasiado tiempo desde nuestra última visita a nuestras bases misioneras en Sud y Norteamérica, por fin nos pusimos a planificar el viaje. Lo hicimos con mucha dedicación y, por supuesto, también con mucha oración. Todos los implicados hicieron grandes esfuerzos para que todo saliera muy bien. A pesar de ello, el viaje exigió toda nuestra flexibilidad. Se cancelaron diez vuelos y tuvimos que tomar otras rutas. Donde queríamos ir al principio, tuvimos que viajar al final. En algunos lugares nos vimos obligados a quedarnos más tiempo de lo previsto; y donde habíamos planificado quedarnos más días, la estancia fue más corta. Además, sufrimos de algunos problemas gastrointestinales, nos rompieron una maleta y nos robaron algunas pertenencias. También perdimos un teléfono móvil, el cual, sin embargo, volvimos a encontrar después de orar y buscar. Y todo esto a pesar de que nuestra constante oración había sido: “Señor, mantennos sanos, protégenos de pérdidas o de robos…”
Pero la alegría y la paz no nos abandonaron. Una y otra vez nos dimos cuenta de que los acontecimientos tenían un propósito y, en última instancia, servían a nuestra causa. Nosotros habíamos planificado el viaje, pero fue el Señor quien enderezó nuestros pasos, para nuestro bien y para el bien de aquellos a los que se nos permitió visitar. El poder experimentar cómo actúa el Señor en las diferentes bases de nuestra Misión a pesar de todas las dificultades ha sido algo muy grato y compensó nuestras luchas.
No podemos compararnos en lo más mínimo con el apóstol Pablo y sus colaboradores, pero él también dio testimonio una y otra vez de lo que experimentó en el camino. Hubo victorias y frutos, pero también accidentes, ataques, enfermedades, persecuciones, etc.
Para los cristianos es hermoso saber que todas las cosas tienen un sentido dado por Dios, aunque los caminos que tenemos que recorrer nos parezcan inútiles y no los entendamos. A menudo solo vemos lo que nos hemos propuesto; hacemos proyectos y nos esforzamos por cumplirlos. Pero el Señor no solo ve los pasos que damos, sino que también los endereza. Es maravilloso que se nos permita movernos dentro de un marco dado por el Todopoderoso, y que podamos confiar en que el Él tiene un objetivo maravilloso para todo.
Escuché el testimonio de un hombre que encontró una cartera. Adentro había un pequeño folleto que revelaba que el dueño era cristiano. Seguramente la estaba buscando y oraba para que la pudiera recuperar. Lo milagroso, sin embargo, fue que la persona que encontró la cartera lo hizo en el momento en que, totalmente desesperada, estaba en camino para el lugar donde se iba a quitar la vida. Poco antes de llegar a su destino, descubrió la cartera y leyó el folleto; luego, este hombre fue convencido y llegó a la fe viva en su Salvador Jesús.
Es posible que el dueño de la cartera se haya dirigido a Dios expresándole su decepción: “Señor, ¿por qué no me dejas encontrar mi cartera? ¿Por qué no me escuchas?” Pero lo que parecía una pérdida se convirtió en una ganancia —lo que se había perdido se convirtió en victoria. La oración sin respuesta se convirtió en la salvación de una persona desesperada que había perdido el valor para enfrentarse a la vida.
Recordemos, en cada situación, que podemos confiar plenamente en el Señor.