Las siete fiestas del Señor

Fredi Winkler

En Levítico 23, Dios ordena a Israel, por medio de Moisés, celebrar siete fiestas en determinadas épocas del año. Algunos cristianos creen que también ellos deben celebrarlas. Sin embargo, la Escritura dice con claridad que fueron instituidas para Israel, con el fin que recuerde las grandes obras que Dios hizo a su favor. Por supuesto, es importante que también como cristianos recordemos las grandes obras de Dios, pero las fiestas no tienen para nosotros la misma importancia ni el mismo significado que tienen para este pueblo.

Las primeras fiestas del Señor del ciclo anual judío se celebran en primavera, comenzando con Pésaj, festividad en la que fue crucificado Jesús. Desde este punto de vista, las fiestas que Dios instituyó para el pueblo de Israel han recibido un significado profundo y eterno en la persona de Jesucristo. Antes de las fiestas otoñales, se celebra Pentecostés (en hebreo, Shavuot, ‘Fiesta de las semanas’), en la cual nació la Iglesia de Jesús con el derramamiento del Espíritu Santo.

A través del perfecto cumplimiento profético en Cristo, las fiestas primaverales obtuvieron un significado eterno. Y aunque las festividades de otoño todavía esperan su cumplimiento profético, lo encontrarán de igual manera en Jesús.

La primera de las fiestas otoñales es llamada por los judíos Rosh Hashaná, pero la Biblia la menciona como Yom Terúah ‘conmemoración con sonar de trompetas’ (Lv. 23:24).

Esta es la única de las siete fiestas del Señor de la que no se dice nada acerca de su significado. Este día fue llamado más tarde por los judíos Rosh Hashaná ‘cabeza del año’ o Año Nuevo, a pesar de que según el ciclo bíblico el año comienza en primavera. Este día encierra hasta hoy un misterio. Podríamos compararlo con el día en que Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mt. 24:36).

Desde el punto de vista bíblico, nos encontramos hoy en el otoño de la historia de la humanidad. Aunque Jesús dijo que nadie conoce el día ni la hora, en los versículos anteriores se nos invita a prestar atención a las señales de los tiempos. Cuando Jesús vino como el Mesías prometido de Israel, los que podían leer y conocían las Escrituras ignoraron las promesas concernientes a Su venida. Se habían formado sus propias ideas sobre la venida del Mesías, pasando por alto las afirmaciones de las Escrituras. Solo un pequeño remanente seguía esperando su aparición.

¿Cómo está hoy al respecto el “mundo cristiano”? En varias ocasiones hemos escuchado hablar del retorno de Jesús, pero los afanes de esta vida ocupan toda nuestra atención... ¡Jesús nos advirtió en cuanto a esto!

Si las fiestas otoñales del Señor, que comenzarán con el día de las trompetas, tienen algo que decirnos, es precisamente que el Señor vuelve. Él mismo quiso expresarlo en forma de parábola al decir: “Y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida” (Lc. 12:35-40). Como cristianos, nuestra vida debe caracterizarse por estar esperanzados y mantenernos a la expectativa del regreso del Señor.

Con un sentir de unión fraternal con todos los que esperan a nuestro Señor Jesucristo, los saludo con un cordial shalom.

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