
La visita de Mike Pence a Israel
La visita del vicepresidente estadounidense Mike Pence a Israel –que había sido aplazada en primera instancia a causa de las duras reacciones internacionales ante el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel– resultó ser un gran éxito, a pesar de haber sido catalogada como insignificante por los críticos, especialmente en el medio israelí. En su viaje, Pence visitó a los más importantes aliados de EE.UU. en el Medio Oriente: Egipto, Jordania e Israel.
No pudo visitar al presidente palestino Abbas, porque este recién aceptará volver a hablar con los americanos cuando el presidente Trump haya retirado el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. Los diputados árabes en la Knéset, el parlamento israelí, también manifestaron su rechazo a la posición norteamericana. Cuando Pence comenzó a hablar, ellos expresaron con tanto ruido su oposición que tuvieron que ser retirados de la sala.
A continuación, sin embargo, el discurso del vicepresidente Pence obtuvo reiteradas ovaciones de pie, y se pudo constatar en la Knéset una unidad entre todos los partidos políticos como no se había visto nunca más desde la división que causaron los tratados de Oslo en la nación israelita.
Sin embargo, un crítico israelí comentó, después del discurso de Pence en la televisión, con tono de desagrado: “Me pareció estar escuchando hablar a un predicador evangélico”.
Efectivamente, Pence hizo declaraciones fundamentadas claramente en valores bíblicos, al explicar la posición del actual gobierno de Trump. Dijo, entre otras cosas:
“Apoyamos a Israel porque la causa de Israel también es nuestra causa, los valores de Israel también son nuestros valores, y la lucha de Israel también es nuestra lucha. Apoyamos a Israel porque creemos en la justicia, no en la injusticia, en lo bueno, no en lo malo, en la libertad, en lugar de la tiranía. Apoyamos a Israel, porque nosotros los norteamericanos siempre lo hemos hecho, desde la fundación de EE.UU.
En la historia de Israel siempre hemos visto, también, la historia de América. Es la historia de un éxodo causado por la persecución, de una peregrinación hacia la libertad. Es una historia que representa la fuerza de la fe y de la esperanza en las promesas.
Los primeros colonos de América se consideraron peregrinos, guiados por la provisión de Dios para construir una nueva tierra prometida. Los acompañaron las historias y los salmos de Israel, y se los trasmitieron fielmente a sus hijos hasta el día de hoy. Nuestros fundadores encontraron guía, inspiración y orientación, en la Biblia de los hebreos”.
El discurso del vicepresidente Pence fue el testimonio de un hombre de Estado que se declara en favor de los valores bíblicos. No hubo nada en su mensaje que de alguna manera hubiera podido ser ofensivo.
Sin embargo, Aiman Odeh, presidente del partido de unidad árabe, declaró ya de antemano que no participaría de la sesión porque no quería escuchar el discurso de un extremista y racista con una agenda apocalíptica y mesiánica. Pero, justamente esta actitud palestina llena de prejuicios, que ya de antemano condena todo lo que vendrá, ha sido la causa por la cual nunca se ha podido avanzar en el “proceso de paz”.
Después de darle la espalda a EE.UU., Mahmud Abbas buscó apoyo en la Unión Europea. Un periodista comentó al respecto: “La afrenta contra EE.UU. se podría comparar a la reacción de un niño que cierra la puerta de su cuarto, pensando poder castigar con eso a sus padres”. La decisión de boicotear al vicepresidente estadounidense fue una reacción infantil. También fue autodestructiva, porque los palestinos no tienen a quién dirigirse para lograr sus metas. La UE no puede ayudarles en efectivo. China, Rusia y el mundo árabe no les ayudarán. Los únicos que realmente podrían ser un apoyo, serían los EE.UU. Con su actitud, los palestinos han cometido nuevamente un error táctico.
Si hubieran pensado bien el asunto, habrían entendido que la visita de Pence los favorecería. Si lo hubieran invitado a dar un discurso en Ramallah, sus palabras seguramente habrían sido palabras de esperanza, como en la Knéset. Se habría consolidado la responsabilidad de EE.UU. para ayudar a encontrar una solución a los problemas que hacen sufrir, tanto a los palestinos como a los israelíes.
Me siento agradecido por un hombre de Estado como Pence, que se atreve a respaldar los valores de la Biblia.