La guerra más cara de la historia del Estado de Israel

Fredi Winkler

“Esta guerra es la más cara de la historia del Estado de Israel”, fueron las palabras del ministro de Finanzas de Israel. Aparte de esto, la guerra actual, que se pelea en cinco frentes, tiene naturalmente un impacto negativo en la economía; y lo preocupante es que no hay un final a la vista, en particular la guerra con Hezbolá en la frontera con el Líbano.

Con todos estos sucesos bélicos en y alrededor de Israel surge la pregunta: ¿cómo podemos entender y clasificar bíblica y proféticamente todos estos acontecimientos? 

Hay cristianos que creen que el plan de Dios con Israel terminó en el año 70 de nuestra era con la destrucción de Jerusalén, y que todo lo que le está sucediendo a esta nación hoy no tiene significado bíblico ninguno. Efectivamente, es sorprendente que el Señor Jesús, en su discurso en el Monte de los Olivos, a pesar de que habló de la dispersión mundial del pueblo judío, no dijera nada de su regreso a la tierra de Israel. Ya que si el Señor Jesús hubiera anunciado que el pueblo disperso sería reunido otra vez en su territorio, esto habría sido una señal clara y llamativa de Su propio retorno. 

En primer lugar, sin embargo, hay que decir que los profetas del Antiguo Testamento hablaron más que suficiente sobre el hecho de que Dios, después de dispersar a su pueblo, lo reuniría de nuevo y lo traería de vuelta a su tierra. Y en segundo lugar, el momento del regreso sigue siendo, en parte, un misterio. En su discurso sobre el tiempo final, el Señor Jesús solo mencionó cómo sería el tiempo de Su venida, pero no cuándo sucedería. Sería un tiempo como el de Noé y como el de Lot; por lo tanto, ¡sería como nuestro tiempo actual! 

En Lucas 21:24, el Señor dice que el pueblo judío será dispersado entre todas las naciones y Jerusalén será hollada por las naciones. Empero, este tiempo llegará a su fin, pues allí leemos la expresión significativa “hasta que”: “…hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. 

También en otro pasaje en el Nuevo Testamento encontramos un cambio de era como este, concretamente, en Hechos 15:16, donde está escrito: “Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar”.

¿Qué significa esto? Según el versículo 14, Dios volverá a tratar con Israel, después de que haya tomado un pueblo de las naciones para Su nombre. Esto significa que, cuando se cumplan los tiempos de los gentiles, también el tiempo de gracia del Evangelio y de la Iglesia de Jesús habrá llegado a su conclusión. 

Si miramos al mundo cristiano de hoy (y no hablo de cristianos fieles, sino de las denominaciones tradicionales, que hoy en su mayoría solo se preocupan por conformarse al mundo y al espíritu de la época), entonces nos damos cuenta de que el mundo cristiano está maduro para el juicio, tal como lo estaba el judaísmo religioso en los tiempos de Jesús. 

La apostasía de la que Pablo habló en 2 Tesalonicenses 2:3 está en pleno apogeo. Los líderes de las diferentes denominaciones se lamentan por el imparable número de personas que abandonan sus congregaciones, pero no parece ocurrírseles que la culpa de esto podría recaer sobre ellos mismos.

Desde un punto de vista bíblico y profético, es evidente que nos encontramos en un punto de inflexión. Los discípulos preguntaron con impaciencia al Señor en el monte de los Olivos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”  (Mt. 24:3).

Cristo menciona el engaño religioso como la primera señal, y en segundo lugar, las guerras. Probablemente no se refería simplemente a guerras en el mundo, sino a guerras que tienen que ver con Israel y con Jerusalén. Cuesta entender que las naciones supuestamente cristianas ahora se estén alejando de Israel y se dejen usar para hacer apología de crímenes, mentiras, engaños y de todo lo que es malo.

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