
La fiesta de Janucá
En el mes de diciembre no solo se festeja la Navidad, sino también la fiesta judía de Janucá. Esta festividad dura ocho días, conmemorándose la repurificación del templo en el año 164 a. C. Tres años antes, los seléucidas, que gobernaban la tierra de Israel en aquel entonces, habían profanado el templo sacrificando un cerdo sobre el altar. Además, estos helenos intentaron imponer su cultura a los judíos.
Cuando los seléucidas quisieron prohibir la circuncisión y la observación del shabat, el pueblo respondió con una resistencia armada. En el segundo capítulo del Primer Libro de los Macabeos, se nos dice que el sacerdote Matatías se resistió a la orden de sacrificar a los ídolos paganos. Mató a un judío involucrado en la idolatría y a un alto funcionario seléucida. Luego huyó con sus cinco hijos y sus seguidores al desierto de Judea, en donde organizaron la resistencia.
Podemos decir que Dios obró a favor de esta lucha, la cual en un principio parecía perdida. Al cabo de tres años, el Templo de Jerusalén pudo reconsagrarse.
Según la Ley, un objeto profanado debía ser purificado durante siete días, para que al octavo día se lo considere puro.
El candelabro de Janucá es un símbolo de lo sucedido en aquel entonces. Las ocho lámparas del candelabro representan los ocho días de purificación. La novena lámpara es la así llamada shamash o “servidor”. Permanece encendida como llama piloto para encender las restantes ocho, una función muy importante si pensamos en la falta de fósforos de aquel entonces. Otra tradición dice que la novena lámpara, colocada en el candelabro por encima de las otras ocho, es el símbolo de un frasco con aceite santo que fue encontrado al purificar el templo. Se cuenta que era suficiente solo para un día. Pero de manera milagrosa, esta pequeña cantidad mantuvo las lámparas encendidas durante ocho días, hasta que estuvo listo el nuevo aceite santo. El milagro, sin embargo, no es mencionado en los Libros de los Macabeos.
La fiesta de Janucá no es una festividad instituida por Dios, como por ejemplo la fiesta de los Tabernáculos, en donde el primer y último día son días santos y están sometidos a severas reglas como el shabat. Janucá es más bien una celebración popular. Hoy en día es conmemorada sobre todo por los niños, quienes disfrutan de un día libre de escuela.
“El poder corrompe”, dice el dicho, y así sucedió más tarde con los macabeos. Se instituyeron a sí mismos sumos sacerdotes y reyes a la vez, lo que suscitó la oposición del pueblo, el cual consideraba que no les correspondía. Algunos sostienen que fue a partir de esta oposición que se formó el movimiento de los esenios, conocidos por los rollos escriturales de Qumrán.
Toda esta historia, sin embargo, tiene aun otro aspecto. Si la cultura helénica hubiera logrado destruir tanto el pueblo judío como el Templo de Jerusalén, las promesas acerca de la venida del Mesías a Su pueblo y a Su templo no podrían haberse cumplido. Por lo tanto, podemos decir que Dios estaba detrás de la guerra de los macabeos, con el fin de preservar las circunstancias necesarias para la venida del Mesías. Después de la venida de Jesús, el Hijo de Dios, cuando ya se había cumplido todo lo escrito sobre él, el templo y la ciudad de Jerusalén fueron destruidos, tal como Dios lo predijo en Daniel 9:26.
Una y otra vez me fascina ver cómo Dios, desde tiempos antiguos hasta el día de hoy, ha guardado su Palabra para cumplirla.
Con gozo y asombro por nuestro gran Dios, los saludo con un cordial shalom.