Hay algo que debe estar encima de todo conocimiento

Norbert Lieth

Una vez le preguntaron a un profesor de teología: “Profesor, ¿usted cree que volveremos a ver a nuestros seres queridos en el cielo?”, a lo que respondió: “Sí, claro, pero también a todos los demás”.

El cielo no es un lugar para nuestra privacidad, sino un lugar de comunión con el Señor y con todos sus santos, incluso con aquellos que nos costó amar en la Tierra, que no soportábamos o de quienes nos distanciamos. Estarán tan cerca de nosotros en la eternidad como nuestra familia terrenal. Debemos recordar que somos un solo cuerpo y que los miembros no pueden separarse.

¡Cuánto fallamos en este punto como cristianos! Condenamos con prontitud a otros creyentes, según nuestro propio criterio y comprensión de las Escrituras. Hacemos juicios generales, sin cuestionarnos a nosotros mismos y sin hablar con la persona en cuestión. No conocemos sus motivos, su relación con el Señor ni cuánto estudian la Palabra, pero de todas formas nos molesta cómo viven: demasiado cerrados o muy liberales. No nos gusta su manera de ver los asuntos, por lo que los etiquetamos como descarriados.

Veamos cuál es la forma en que juzga Jesús: “entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: no se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lc. 9:49-50). Y en otra ocasión, Jesús declaró: “el que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Lc. 11:23).

Jesús debe ser nuestro criterio. Cuando alguien es de otra iglesia, de otra denominación, tiene otro énfasis doctrinal u opina de manera diferente en cuanto a cuestiones bíblicas secundarias y no determinantes para la salvación, entonces debemos aplicar las palabras dichas por el Señor: “No lo prohíban, porque el que no es contra nosotros, por nosotros es”. Sin embargo, el que no tiene al Señor Jesús como meta, no mantiene una comunión con él, no le sirve ni recoge para él, está en contra de Cristo y, por lo tanto, debemos evadirlo (2 Juan 1:10).

Pablo dice en Romanos 14:13:“Ya no nos juzguemos más los unos a los otros”. Hay un dicho que dice: “Si buscas errores, usa un espejo, no binoculares”. Y en un libro devocional leí la siguiente reflexión:

Hay quienes luchan contra el deterioro de los valores y están ciegos a su relación con Dios, destruyéndose por abogar tan solo por cuestiones éticas. Otros luchan por defender verdades escatológicas, por apoyar una traducción de la Biblia más que otra, o porque las canciones en la alabanza sean espirituales, pero olvidan que fueron llamados a amar a sus hermanos y, por lo tanto, al Señor. Es muy fácil que en el esfuerzo por una lucha radical por el Señor y su causa nos desviemos del camino. […] Tener pasión es bueno, ser radical también, pero ¡mejor aún es tener una relación radical con el Señor Jesús y mantenerla! Ora para que de aquí en adelante no sigas una causa, sino a Él, a Su Persona.
glauben.leben 2019.

Veamos un ejemplo. El filósofo y teólogo neerlandés Erasmo de Róterdam discutió por carta con Martín Lutero. Nunca se conocieron de manera personal. Erasmo opinaba que el hombre gozaba de libre albedrío, mientras que Lutero creía en la predestinación de Dios. Erasmo prefirió una reforma moderada y Lutero optó más bien por un cambio radical. En una de las cartas, Erasmo escribió lo siguiente al reformador alemán: “En mi opinión, uno llega más lejos con buenas maneras y modestia que con tormenta e ímpetu”. A lo que contestó Lutero con su usual “cortesía”: “El que aplaste a Erasmo, sofocará a una chinche, pues apesta más muerto que vivo”.

Cuando los alpinistas escalan hasta la cumbre de una montaña desde diferentes lados, no todos tienen una misma perspectiva, aunque se trate de la misma montaña, la misma base y la misma cumbre. Solo cuando han alcanzado la cima pueden tener todos una misma visión. Por lo tanto, no dejemos caer al hermano, tampoco deseemos que tropiece ni le cortemos la soga de seguridad. Pues quien con una visión limitada se convence en esta vida de su propia opinión, se ha equivocado desde un principio. Hay algo que debe estar por encima de todo conocimiento, el amor de Cristo, que sobrepasa todo entendimiento (Efesios 3:19).

Busquémoslo con todo lo que tenemos y somos. ¡Maranatha, ven, Señor nuestro!

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