En constante desarrollo

Norbert Lieth

Nuestros doce nietos nos traen mucha felicidad. Hace poco nos juntamos en familia con motivo de un cumpleaños y miramos algunas fotos de antes. Nos asombramos viendo a uno de nuestros nietos en la boda de nuestra hija menor: ¡qué juguetón que era a los cuatro años! Hoy ya terminó su formación profesional, sigue estudiando, y él y su novia planifican casarse el año que viene. Las dos nietas que le siguen en edad también se están formando profesionalmente y están por sacarse la licencia para conducir. 

Cambiando de mirada: también nos asombra y casi nos da vértigo la velocidad de los avances técnicos que vive nuestro mundo. 

Pero con todos los cambios y el progreso que estamos experimentando a nivel personal y mundial, ¿qué tal nuestro crecimiento espiritual? ¿progresamos también en él?

Pablo escribe: “…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él” (Ef. 1:17). Y Pedro dice algo muy parecido: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pe. 3:18). 

El capítulo 4 de Efesios trata del desarrollo de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. En resumidas cuentas, nos enseña acerca de: el perfeccionamiento de los santos (v. 12), la edificación del cuerpo (v. 12), la unidad de la fe y del conocimiento (v. 13), el llegar a la condición de un hombre maduro (v. 13), el alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (v. 13), el abandono de la inmadurez (v. 14), el seguir la verdad (v. 15), el crecimiento en Cristo (v. 15), el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor (v. 16), la renovación en el espíritu de nuestra mente (v. 23) y el estar vestido del nuevo hombre (v. 24).

Después de leer estos versículos, tuve que golpearme el pecho y preguntarme cómo estoy yo al respecto. ¿Estoy creciendo y aumentando en el conocimiento de las verdades de salvación? ¿Estoy viendo y entiendo por la fe las revelaciones profundas que Jesús dio a sus apóstoles para la Iglesia? ¿Esto me está cambiando a mí? ¿Estoy siendo transformado en la mente de Jesús? ¿O todavía estoy en la infancia espiritual, alimentándome de la leche del Evangelio? 

Precisamente cuando estaba redactando estas líneas, alguien me escribió lo siguiente: “Estoy tan feliz, tan agradecido a Dios, porque Jesús me quitó el velo. Me permitió descubrir lo mejor para mi vida. Solo me pregunto por qué demoré más de 50 años para encontrarlo. Ahora todo tiene sentido. Es simplemente asombroso, y nunca, nunca quiero volver a mi antigua religión legalista...”.

Tan importante y correcto como es que la Iglesia crezca en número a través de la evangelización, es también tan importante y correcto que sea enseñada en la Palabra. La sana doctrina es fundamental para que otros sean ganados para el Reino de Dios. Alguien dijo: “Una predicación de la salvación que no lleve a la persona a la plenitud que está en Cristo, erra su objetivo”.

Con nuestro trabajo editorial, las revistas mensuales, la difusión del Evangelio, las reuniones, conferencias y retransmisiones en directo y por video queremos contribuir al desarrollo espiritual de los hijos de Dios. Agradecemos a todos los amigos que nos apoyan en esto, nos inspiran y oran por nosotros.

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