
El monte de los Olivos
Conforme al calendario judío, la jornada del 9 de av –el cual cae casi siempre en agosto– es un día de luto, ya que en esa fecha fueron destruidos tanto el primero como el segundo templo de Jerusalén (587 a. C. y 70 d. C.).
En el sermón que Jesús predicó en el monte de los Olivos, predijo la destrucción del segundo templo. Quienes pretenden censurar el Nuevo Testamento argumentan con este pasaje que los evangelios fueron escritos después de la destrucción del templo: según su criterio, Jesús no podía saber de antemano lo que sucedería. Pero este razonamiento es insostenible y pasa por alto el hecho que el profeta Daniel ya lo había predicho antes (Daniel 9:26).
A menudo, se presenta al Imperio romano como la cruel potencia que llevó al pueblo judío de aquel entonces a esa gran catástrofe, sin embargo, solo fue el instrumento de Dios para llevar juicio a Israel.
El Libro de Daniel, la profecía del monte de los Olivos y el Apocalipsis de Juan constituyen las tres lecturas bíblicas más reveladoras sobre el tiempo final. En Daniel 8:15, “uno con apariencia de hombre” fue quien enseñó a Daniel lo que sucedería en el tiempo del fin. ¿Quién podría ser? Es obvio que se trata del Hijo del hombre, como es llamado en Daniel (7:13) –un sinónimo de Jesús, el Hijo de Dios–.
Podemos ver que el Señor Jesucristo no solo habló en la profecía del monte de los Olivos, sino que ya lo había hecho en el Libro de Daniel y lo volvería a hacer en Apocalipsis. En Daniel 8:17, el Señor le dice al profeta: “[…] porque la visión es para el tiempo del fin”.
Jesús dio Su primer discurso en público en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-30), leyendo en esa ocasión un fragmento del rollo de Isaías, correspondiente hoy a Isaías 61:1-2. Aunque del segundo versículo citó tan solo la primera mitad, donde dice: “me ha enviado […] a predicar el año agradable del Señor”. Añadiendo luego: “hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
¿Acaso Jesús anunció también la segunda mitad del versículo, donde habla del día de la venganza? En general, la respuesta es no. Sin embargo, todo lo que estaba escrito sobre Él debía cumplirse (Lucas 24:44). Allí, en el monte de los Olivos, al final de Su ministerio público y poco antes de Su crucifixión, Jesús habló sobre el día de la venganza que vendría.
Podemos observar cómo cada vez más se pasa por alto este tema en la predicación, y hasta incluso se trata de evitarlo. Es verdad que la gracia de Dios es inmensa. Isaías llama al tiempo de gracia “el año de la buena voluntad de Jehová”; sin embargo, la venganza de Dios representa tan solo un “día”. Podríamos decir entonces, según esta misma imagen, que la gracia de Dios es 365 veces más grande que Su ira. A pesar de esto, la omisión de la proclamación del juicio venidero en las predicaciones modernas atenta contra la advertencia que el Señor hace al final del libro de Apocalipsis (22:19).
En la actualidad, existen muchos amigos del pueblo de Israel que solo quieren ver las declaraciones positivas de la Biblia con respecto al futuro de Israel en el tiempo del fin, pero omiten o tratan de reinterpretar las declaraciones sobre el juicio final. Sin embargo, debemos estar conscientes de que se cumplirá todo lo que está escrito.
Vemos cómo Israel se transforma en la actualidad en un país muy desarrollado. Lo mismo puede decirse de otras naciones. ¿Adónde llevará todo eso? ¿Al paraíso en la Tierra, como podría pensarse? La Palabra de Dios debe ser siempre nuestra brújula, inclusive en temas de actualidad. También en aquel entonces, tanto Israel como el mundo romano, experimentaron un auge extraordinario. Los discípulos se entusiasmaron viendo la maravillosa construcción del templo, queriendo contagiar su entusiasmo a Jesús. Pero ¿qué respondió el Señor?: “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” (Lc. 21:6).
Agradecido por la firme palabra profética que pretende guiarnos en este tiempo de confusión, los saludo con un cordial shalom.