
El anticristo
Las Escrituras hablan de la aparición de un gran líder supremo, el anticristo. ¿Qué podemos saber sobre él?
Las enormes catástrofes del tiempo del fin hacen que la gente tenga mucho miedo (Lc. 21:25). Como ya sucedió tantas veces en la historia, la gente entonces clamará por el “hombre fuerte” que los libere de eso. Pero como ellos no se arrepienten y vienen a Dios, toman a otro salvador y redentor en lugar de Jesucristo, al anticristo.
La Biblia a este último líder del mundo no lo llama anti-cristo. Lo llama la bestia. Pero el nombre se generalizó para el último tirano, basándose en el falso maestro de Juan (1 Jn. 2:18,22). Mientras que los hombres fuertes del pasado eran líderes de naciones individuales, éste es un líder mundial. Él domina el último gran imperio mundial. Igual a los reinos anteriores, viene del mar (Ap. 13:1). El mar es una imagen del mar de naciones (Sal. 65:8).
También el reino mundial es denominado de bestia. Todos los reinos mundiales anteriores tenían un carácter animal (Dn. 7:3). Pero el último es un monstruo (Dn. 7:7,8). El carácter depredador de los reinos anteriores ya era terrible. Pero lo que viene ahora es demoníaco. La última bestia es el contra-Cristo del mundo impío.
Como Cristo, también él morirá y volverá a vivir (Ap. 13:3). Como Cristo es honrado por el Espíritu Santo, un falso espíritu le procurará al anticristo la adoración (Ap. 13:12). El anticristo reunirá alrededor de sí una alianza de estados de diez reyes vasallos (Ap. 17:12,13). El anticristo tiene un jefe de propaganda, la segunda bestia (Ap. 13:11). Esta bestia toma el poder del anticristo y reúne a la humanidad detrás de él (Ap. 13:12-14). Ella levanta una imagen del anticristo y se encarga de que la humanidad honre a este anticristo (Ap. 13:12,15). Quien se niega a esta idolatría, pierde la vida.
Este falso profeta logra que la humanidad se identifique con una señal como perteneciente al anticristo (Ap. 13:16). Quien se niega a hacerlo, sufre un boicot económico del cien por ciento (Ap. 13:17). Le quitan los medios de subsistencia. La señal de la bestia es el número 666. Pareciera que en esta fase habría una trinidad satánica secreta. Lutero llamaba al diablo “el imitador de Dios”. Él no puede producir algo propio, sino que solamente imita lo que Dios hizo.
Esta trinidad diabólica se perfila de esta manera: 1. Satanás como el padre diabólico de la mentira (Jn. 8:44). La Biblia, también en vista de la seducción de los humanos, lo llama “la serpiente antigua” (Ap. 20:2). 2. Anticristo, el hijo de perdición (2 Ts 2:3). Así como Jesús recibió el poder del Padre (Jn. 13:3), el anticristo lo recibe del diablo (Ap. 13:2). Así como Jesús resucitó después de tres días, el anticristo se levanta nuevamente después de su herida mortal (Ap. 13:3). 3. Falso profeta, el anti-espíritu (Ap. 13:11ss). Así como el Espíritu Santo glorifica a Jesús (Jn. 16:14), así este anti-espíritu engrandece al anticristo (Ap. 13:12). Así como el Espíritu sella a los creyentes (Ef. 1:13b), así el falso profeta sella a la humanidad impía con el símbolo, el número del anticristo (Ap. 13:16).
Paralelamente al poder del anticristo, existe otro poder anti-divino. El mismo es llamado la ramera de Babilonia (Ap. 17). La imagen de la ramera es la imagen de la mujer adúltera (Oseas 1:2), que “está sentada sobre muchas aguas” (Ap. 17:1), lo que seguramente es una imagen del mundo de las naciones. Es decir, ella está mucho tiempo sobre las naciones. Ella se prostituye con los gobernadores del mundo (Ap. 17:2). En lugar de atenerse a Dios, ella se atiene a la autoridad del mundo (Ap. 17:2). Como una prostituta, ella se enriquece con lo que le pagan sus clientes. Ella ha perseguido a los creyentes verdaderos y los ha asesinado (Ap. 17:6).
Ella mantuvo a artistas y artesanos, y aun comerciantes llegaron a ser ricos por medio de ella (Ap. 18:20-24). En su interior ella se ha llenado de demonios (Ap. 18:2). Por un tiempo prolongado ella dominaba también los reinos mundiales y al anticristo. Ella cabalga en la bestia (Ap. 13:3). Llega a haber una batalla entre el anticristo y la ramera. En algún momento, el anticristo tirará a la ramera. Él y sus vasallos comenzarán a odiarla (Ap. 17:6). El anticristo ya no quiere tolerar a ninguna grandeza a su lado. Él le quitará a los amigos, la “dejarán desolada”, la expropiarán, la dejarán “desnuda” y al final “devorarán sus carnes” y la destruirán del todo (Ap. 17:16).
Sus simpatizantes no le podrán ayudar, pero estarán desesperados por su destino, porque también su medio de subsistencia está destruido (Ap. 18:17,18). Si bien su destrucción sucedió a través del anticristo, fue hecha por la guía de Dios (Ap. 17:17). El cielo se alegra por la caída de Babilonia (Ap. 18:20).
¿Qué realidad histórica se esconde detrás de estos gobernantes apocalípticos? No podemos dar una respuesta definitiva. Importante es prestar atención de no separarnos de Jesucristo, para que no caigamos en manos de estos poderes contrarios a Dios, en el caso de que la Iglesia en esos tiempos aún esté en la Tierra.
El anticristo tuvo muchos precursores. Ellos pretendían adoración divina e intentaban poner al mundo entero bajo su influencia. Desde los emperadores romanos, pasando por Papas en parte terribles de la edad media, hasta Napoleón, Hitler y Stalin, hubo tales precursores. Siempre fue importante para los creyentes, tener una relación especialmente estrecha con Dios en ese tiempo, y esperar pacientemente por Su ayuda (Ap. 13:10).
Las opiniones sobre el último anticristo se dividen. Desde Joaquín de Fiore (1135-1202), quien incluso por la iglesia católica es considerado entre los santos, pasando por Lutero, Bengel y muchos intérpretes de la Biblia de nuestros días, se veía el anticristo en el Papa. Él sería el último gobernador del mundo, el que nuevamente daría vida al imperio romano.
Algunos intérpretes bíblicos ven en la UE el imperio romano restaurado. Aun Otón de Habsburgo, el sucesor al trono austríaco e influyente político europeísta, ve en la Comunidad Europea un restablecimiento del imperio romano. En su libro La idea del Reino, no obstante, califica eso de muy positivo. Otros intérpretes de la Biblia hoy ven desarrollos similares en el islam. Con toda seguridad, la iglesia que, en lugar de pertenecer a Jesús, regale su corazón a las ideologías y al mundo, es una ramera espiritual.
Una segunda interpretación ve en la ramera al Israel incrédulo. Este vive disperso entre todas las naciones, persiguió en el principio a la Iglesia de Jesús, y ejerció gran influencia política. El anticristo le pondrá fin.
Aún otros ven en el anticristo al Estado dictatorial impío en general. También Erich Schnepel veía en el anticristo a un Estado que se endiosaba a sí mismo. Este se deja cabalgar por mucho tiempo por la cultura mundana que él considera ser la ramera. Pero cuando se trata del tema poder, la excluye.
Es bueno, que en todos los desarrollos terribles del último trecho del tiempo del fin sabemos, que en Jesús tenemos al buen pastor. Él también guía a través del “valle de sombras de muerte” (Sal. 23:4) hacia la gloria. Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Jn. 10:27,28).
Extracto del libro Manual para la Historia de la Salvación, Rainer Wagner.