
El 70º aniversario de Israel
El 70º aniversario de Israel ha sido un motivo de orgullo por los logros y éxitos que marcaron estos setenta años. Los diarios se llenaron de artículos recordando los sucesos más importantes, pero también se pensó en el futuro de Israel preguntándose: ¿qué será al final de los próximos setenta años? ¿O tan solo en tres décadas, cuando el Estado cumpla cien años?
Uno de los artículos presenta a dos israelíes que, desde hace tiempo, se dedican a estos temas precisamente desde que, siendo jóvenes, visitaron el campo de exterminación de Auschwitz-Birkenau. Se inspiraron luego por una afirmación que David Ben-Gurión escribió en una carta en el año 1954: “Si mil jóvenes se levantaran para buscar el bien, estando dispuestos a asumir una responsabilidad extra más allá de lo que el Estado exige de un ciudadano, la luz disiparía la oscuridad”.
Estas palabras se convirtieron en su leitmotiv y a continuación fundaron una organización con el nombre “Or”, que en hebreo significa “luz”.
Una de sus preocupaciones principales es la gran diferencia social entre ricos y pobres. Si esta tendencia se prolonga, en 30 años, cuando la población de Israel, según su opinión, se haya duplicado, Israel se parecerá más bien a un país de tercer mundo, y su densidad poblacional será una de las mayores en el planeta. Israel, cuyo territorio es desierto casi en un 60%, debería poner todos sus esfuerzos en desarrollar las partes no explotadas del país, como el Néguev y la región de Galilea. Para lograr esta meta, los dos entrevistados utilizan todos los medios que les permiten influir, a través de su organización, en las resoluciones del gobierno al respecto.
Hace bien leer acerca de jóvenes israelíes que se preocupan por el futuro de su país. Sin embargo, me llama la atención que prácticamente no se encuentran alusiones a la Biblia y sus profecías en los artículos relacionados con los 70 años de Israel. A los israelíes generalmente les cuesta ver en su historia reciente el cumplimiento de profecías bíblicas, especialmente cuando se trata del Holocausto y de la posterior fundación del Estado de Israel.
Tampoco a nosotros, que creemos en la Palabra de Dios y en las revelaciones que nos trasmite, se nos hace fácil entender cómo seguirán las cosas para Israel. Seguramente, no vamos hacia ningún paraíso construido por el hombre, aunque es lo que uno podría pensar cuando oye acerca de los descubrimientos de inmensos yacimientos de gas natural en Israel y en el Medio Oriente en general. Pero justamente la riqueza en gas natural encontrada en Israel podría transformarse en un motivo para que los enemigos atacaran al país. Israel ha hecho contratos millonarios con Jordania y Egipto, y esto ha contribuido a mejorar y estrechar las relaciones con estos países. Con Turquía, sin embargo, la relación se va enfriando cada vez más. Los turcos pretenden tener derecho a los yacimientos de gas en el mar Mediterráneo por su territorio en Chipre del norte, ocupado por ellos desde 1974. Turquía todavía no ha encontrado nada de gas, lo que podría provocar envidia y codicia frente a Israel que encontró importantes yacimientos de este tesoro natural en el mar.
Por eso no es casualidad que Israel haya comprado justo en este momento nuevos submarinos, y planifique conseguir otros más. Es evidente que la razón más importante para ello es la protección y, en caso de necesidad, la defensa de las plataformas de perforación en el mar Mediterráneo.
El que ha visitado Israel recientemente ha podido constatar una actividad casi increíble. Se construyen rutas, ferrocarriles y puertos marítimos, y en muchos lugares se edifican casas nuevas de amplias dimensiones. Todo esto es posible, entre otras cosas, por los crecientes ingresos por el gas y a causa del futuro prometedor del país. Sin embargo, la preocupación sigue siendo si la mayoría de la población podrá realmente disfrutar de este bienestar o si solamente le servirá a una élite de la sociedad.
Cuando se visita el país como turista se pueden admirar hoy los restos de los imponentes edificios construidos por Herodes y el Imperio Romano. Aquella época fue, en cierto sentido, parecida a la nuestra: por un lado, era muy próspera, pero por otro, fue un tiempo en el cual Dios intervino con juicios. Para nosotros que creemos en la Palabra de Dios, es claro que lo que se llevará a cabo realmente no son los proyectos humanos, sino el Plan de Dios para la edificación de Su Reino eterno.