
Basta de amor, ha llegado la ira
Hay canciones modernas que son cada vez más iracundas. La razón por qué eso sucede, lo muestra la palabra profética de las Escrituras. Una exposición sobre las dos líneas de la música que se muestran en la Biblia.
En la edición de febrero 2019 de la revista Coopzeitung se encuentra un informe con el título: “Basta de Amor y Paz”. Dicho artículo dice que contrario a antes, las canciones, es decir los textos musicales, hoy expresan más bien ira y lamento: “Las canciones alegres sobre bailes alegres y amor feliz pertenecen al pasado.” Esto se basaría en un estudio actual de los EE.UU. En un análisis de más de 6 000 éxitos de los años 1951 al 2016 se ha registrado sentimientos, palabras y frases que son transmitidas. Mientras que en los años del 1950 los textos eran más bien alegres, desde entonces en general se han vuelto cada vez más enojados. “A mediados de los años del 90, la ira aumentó de manera especial para alcanzar su punto culminante en 2015. La razón por la cual la gente aparentemente desea escuchar más textos coléricos o tristes, sin embargo, no fue estudiado por el equipo de investigadores.”
La Palabra de Dios nos da una respuesta a este fenómeno.
Los escenarios del mundo son un retrato de la condición social. Las Sagradas Escrituras hace mucho ya que registran algo similar, y una vez más vemos lo actuales que son sus declaraciones. Peter Hahne dijo acertadamente: “Las noticias de hoy ya son el mañana del ayer. Lo que siempre sigue estando al día es el mensaje de la Biblia.”
El Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, profetizó sobre el tiempo del fin: “También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno” (2 Ti. 3:1-3).
A pesar de la prosperidad, de las redes sociales y –en Europa como también en América– de las décadas de paz, el ser humano es rebelde, descontento y frustrado. Esta ira y frustración son vociferadas por las canciones modernas como formas de expresión de la anarquía, o lo cantan introvertidos, melancólicos, dudando de sí mismos y sin encontrarle sentido. Ellos hablan de desilusión en el amor y de todo tipo de injusticias, o se expresan en infinita ira sobre toda persona y sobre todo tipo de cosas. El ser humano de los últimos días está contagiado por el veneno de la serpiente. Todo es su enemigo, todo es odiado. A menudo, también se odia a sí mismo. No puede soportar a nada y a nadie, y solo se acepta a sí mismo, si siquiera hace esto. Esas canciones a veces suenan como el gritar de un niño irascible que no recibe lo que quiere.
A través de las canciones se influencia a un público amplio. Pero en lugar de edificar, destruyen. La humanidad se vuelve más cruel, más malintencionada y más indignada. Esto es una imagen triste de lo mucho que el ser humano se ha alejado de Dios. Sin la fuente de la vida, le falta a uno el agua de vida. Sin paz con Dios, ya no se tiene paz, ni consigo mismo ni con su entorno. ¿No es verdad que esta agresión también es un grito de auxilio? Estas canciones no solamente dan ganas de llorar, sino que son un llanto en sí.
Gracias sean dadas a Dios, que todavía existen otras canciones también, alegres, edificantes, canciones que consuelan, o cantan positivamente del amor. Pero el que mejor puede cantar es aquel que ha conocido a Jesús y el infinito amor de Dios y lo ha aceptado por la fe.
“Cantemos de Cristo,
De Él son el poder y la fuerza,
En el Gólgota logró
La salvación del mundo.
El gran Dios es Él
Y Señor de señores.
Cantemos de Cristo más y más.”
Para expresarlo con un versículo bíblico: “Alabaré a Jehová conforme a su justicia y cantaré al nombre de Jehová, el Altísimo” (Sal. 7:17).
En la historia de la humanidad siempre existieron dos líneas de música. Una se remonta a la línea de Caín, del cual dice: “Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén” (Gn. 4:16).
En Caín vemos la línea de la carne o la semilla de la serpiente (Gn. 3:15). De su línea de género viene el primer constructor de ciudades (Gn. 4:17). En las ciudades, a menudo, se encuentra una acumulación del mal. Quizás haya sido esta la razón por la cual dice sobre Jesús: “Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se quedó allí” (Mt. 21:17). Entre los descendientes de Caín también estuvo el primer hombre que tomó dos mujeres, se convirtió en un violento y se jactaba con arrogancia (Gn. 4:19-24). Del mismo modo, salió de la línea de Caín un hombre llamado Jubal, el inventor de la música, es decir de los instrumentos musicales (Gn. 4:21). Del contexto podemos deducir que aquí no se traba justamente de música espiritual –antes de una música que, al igual que Caín mismo, alejaba “del rostro del Señor”. En cuanto Ezequiel 28:13 se refiere a Satanás, como opinan muchos intérpretes, vemos que él tiene un cierto poder sobre la música y que seguramente la puede influenciar: “En Edén, en el huerto de Dios, estuviste… ¡Los primores de tus tamboriles y flautas fueron preparados para ti en el día de tu creación!”
La otra línea era la descendencia de Set. Este nació en lugar de Abel, quien fue asesinado por Caín. En sus días “comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Gn. 4:26). Eso se encuentra en contraste extremo a la línea de Caín.
De la descendencia de Set finalmente salió Noé, quien era considerado como justo por Dios y fue salvado durante el diluvio. Uno de sus hijos se llamaba Sem, un descendiente de Sem fue Abraham, y finalmente, Israel. De Israel descendió el rey judío David, y de él dice la Biblia que él inventó “instrumentos musicales como David” (Am. 6:5).
David fue quien, con su música, tranquilizaba al rey Saúl cuando estaba oprimido: “Así, cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y la tocaba. Saúl se aliviaba y se sentía mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” (1 S. 16:23).
David introdujo en el templo el cantar y el hacer música para la gloria del Señor: “David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya, con harpas, salterios, panderos, flautas y címbalos” (2 S. 6:5).
De este modo, en la Biblia, descubrimos dos líneas de música, una impía que aleja de Él, y una que alaba a Dios y señala el camino hacia Él. Alabar a Dios solamente pueden aquellos que tienen una relación viva con Él. De ellos dice: “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Ef. 5:19).
Quien quiera unirse a esta canción debería saber lo que el evangelista Johannes Gossner († 1858) enfatizó: “Quien quiera disfrutar de la mayor alegría que un ser humano pueda tener en la Tierra, busque la presencia de Dios y de Jesucristo”.